Acababa de salir del colegio. Después de haber tenido uno de esos días que realmente no tienes ganas de repetir. Jamás. Uno de esos que ni el clima te ayuda con el cielo gris y las nubes que anuncian una tormenta de las que traen de que hablar días después. Pero en ese momento me daba igual, solo pensaba en llegar a casa y poder estar solo.
Solo y tranquilo con mis pensamientos.
Por suerte para alegrar algo mi día, era viernes.
Llegue a casa y cuando entre lo único que pude llegar a escuchar lamentablemente fue a mis padres pelear. Típico pensé, que seria un día sin que ellos cruzaran palabras de no mucho agrado.
No pensaba quedarme, escuchando los decir palabras más hirientes que la mentira en si. Decirse palabras que si las sintieran, como sospecho que no lo hacen, serian tan frías y crueles como el peor de los inviernos.
Decidido, volví a tomar mi mochila y me fui. Sin rumbo alguno.
Los minutos pasaron, no se exactamente cuantos y tampoco me importaba. Llegue al parque, el más grande y el único del pueblo. Me senté a la sombra de un árbol, aun que a decir verdad mucho no importaba por el horrible clima , que cada vez parecía peor.¿ El fin del mundo se acercaba? Daba igual, mas en ese momento, más por como estaba mi vida ahora.
Simplemente, me senté, estaba tranquilo, a decir verdad hacia mucho que no estaba así. Solo con mis pensamientos. Tome un cuaderno y empecé a escribir, no cosas puntuales como lo haría alguien normal según yo creo, sino pensamientos, mis enojos, sueños, todo mezclado, sin orden alguno tampoco sin sentido.
Mientras me hundía en mis pensamientos y sentimientos mas profundos, algo extraño me paso, sentía que alguien me miraba .Levante la vista de mi cuaderno y vi algo que no me esperaba. Dos no muy particulares y nada conocidos ojos azules me miraban. Con una mirada penetrante, parecían ver mi corazón, hasta lo más profundo de mi alma. Sentí un pequeño escalofrío. Pero no me importo, seguí en esa especia de trance, atrapado en esa mirada. Hasta que una simple sonrisa de esa misteriosa chica de ojos mas azules que el mar, me devolvió a la realidad de un golpe.
No sabia que hacer, me había congelado. Cuando por fin reaccione, le devolví la sonrisa y volví a mi cuaderno.
Aunque algo simplemente había cambiado, cada tanto volvía a mirarla, intentando disimular mi interés en saber por que una simple extraña se había preocupado en hacerme sonreír. O por lo menos era lo que yo pensaba.
Ella, simplemente permanecía sentada en frente. Sola en un banco, el viento acariciaba su piel y hacia que su cabello volara.
Tal vez ella se preguntaba que chico más tonto. Pero no me importaba, sentía la gran necesidad de acercarme a ella. ¿Me volvería lo suficientemente valiente para hacerlo?
Si. Me decidí y me acerque lentamente.
Cuando me vio, se paro y se acerco también.
Al fin frente a frente, el silencio se hizo presente. Sonríe y sus pupilas se iluminaron de una forma muy especial. Era la chica más hermosa que mis ojos alguna vez podrían haber visto.
En voz baja, se animo y pregunto mi nombre. Mis labios solo llegaron a pronunciar Nicholas antes de acercarme aun más a los suyos y besarla.
Sus manos encontraron mi rostro, se deslizaron por el suavemente hasta que sus brazos rodearan mi cuello. Y los míos su cintura.
La tormenta se hizo presente. La lluvia caía sobre nosotros. Pero no importaba.
Por primera vez en ese día, nada importaba .En ese momento éramos ella y yo. Mi vida había cambiado. Un día especial ese viernes. EL ultimo de nuestras vidas… Solos.
